...", dijo Dª Mariluz, mientras lo miraba sonriente.
Aquel día se había levantado de buen humor.
Se había tomado un "antimel" de esos que anuncian por la tele, porque la Lute le había dicho que eran muy buenos. No le costó poco a la dicha Lute, por cierto, que nuestra amiga la hiciera caso por fin: Mariluz siempre tenía en la boca "¡si son muy caros, y además no viene casi na!". Sin embargo, contra todo pronóstico, el día anterior le había dado un arrebato al verlos en la tienda de Pepa y Antonia, y le había pedido que le pusiera un par de ellos, para probarlos. Ni que decir tiene que Pepa desechó enseguida la idea de insistir en que los "packs" son indivisibles...
Multiplica aún más la improbabilidad de esta situación el que Pepa y Antonia tuvieran tales modernidades a la venta en su pequeña tienda de barrio, en la que vendian de todo y de nada... Aún así (o gracias a eso) mantenían una fiel clientela que no solía fallar a la tertulia diaria de media mañana:
-...¡donde va a parar, Antonia, hija mía, en los Ahorraplús esos las cajeras siempre tienen prisa y no te dan conversación! Además las cambian justo cuando empiezan a conocerte...".
- Pues claaaaro, Doña Vicenta, claro. Mire, hoy tenemos de esas ciruelas claudias que tanto le gustan.
- Ay sí, hija, que son muy buenas para ir de vientre, dame cuarto y mitad, anda.
De todas maneras, no se crean que Dª Mariluz era tan audaz. El "antimel" fue sólo una especie de postre que se había tomado además de sus sopas con el café con leche de todos los días.
¡Estaría bueno! Una cosa es un poco de improbabilidad y otra muy distinta es cambiar el café con picatostes por un triste botecito de yogur aguao...
lunes, marzo 12, 2007
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