El canario no sólo se quedó ahí, mirandola mientras ella esperaba a que escapara, y así tender la colada; sino que se coló en la salita y se posó sobre la tele, en el pañito de punto tejido hace muchos años.
En ese momento empezó a cantar.
Primero frases cortitas, como aclarandose la voz. Pero pronto se convirtió en un chorro brillante de todos los colores, que dejó a Dª Mariluz boquiabierta, mientras sostenia sus bragas antibalas aún húmedas, como si fuera un capote de corrida de tercera.
Tras un ... tiempo (llamemoslo así, ya que "intervalo de", "lapso de", incluso "espacio de" resultarían formulas todas con implicaciones de duración) que pudo ser tanto de dos minutos como de dos horas, el canario dejó de cantar y, tras un corto y sorprendentemente rápido vuelo, se posó sobre el capote braguero de Dª Mariluz. Pese al brusco movimiento del pájaro, aquella no se asustó, sino que al contrario, inconscientemente agradeció ese acercamiento.
Como si todo el tiempo se hubiera concentrado en ese instante, Mariluz supo que el canario se quedaría con ella para siempre.
"Te llamaré Sarampión", dijo, y el canario contestó con un par de gorgoritos, como si la hubiera entendido.
Desde ese día todo fue más luminoso, más intenso, más colorido y más alegre alrededor de Dª Mariluz.
miércoles, septiembre 12, 2007
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